jueves, 9 de octubre de 2008

Las profundidades de una caja de cartón

Acabo de terminar de empacar las cajas que vienen mañana a recoger. Hice un simulacro de empaque de lo que se me queda para el fin de semana.

Y yo estoy que no siento que ya me voy.

Sí, claro que lo he sentido, intermitentemente.

El lunes antepasado empecé con mi cuenta regresiva de cafés que me iba a tomar servidos por María José, de veces que iba a caminar hacia la oficina, de "llamados muchachita", de ensaladas secas de la cafetería y de todo aquello que sea común y cuantificable.

Después pensé que era mejor idea dejar de hacerlo y seguí viviendo mi vida como si nada.

Antier tuve una despedida mágica con el quiz en el que la mejor pregunta fue sobre mi comida exótica favorita. Hoy tuve una cena "like in the good old times" que estuvo justo así.

Y quisiera empacar más cosas y a dos o tres personas.

Y a mí que me gusta tenerlo todo, guardarlo y atesorarlo, me dan tan poco espacio.

3 comentarios:

Cecilia Villamil dijo...

Debe ser triste decir adiós a esta experiencia única y maravillosa, pero si te sirve de consuelo, los que nos quedamos acá estamos felices de que regreses. ¡Buen viaje!

CoNoCa dijo...

¡Claro que me sirve de consuelo! Está triste despedirme de acá, muy triste, pero también está padre volver.
¡México ahí te voy!

María Fernández-Aragón dijo...

Ahora sí, este arroz ya se coció. Es ineludible el cambio a "Con vista a Jarritos". Willkommen!