martes, 3 de febrero de 2009

La última lágrima que tenía en mí amenazó con salir. Pero es adentro a donde pertenece.

Y es que de pronto me sentí como el elenco que sabe que hará la última representación de la obra en la que ha actuado los últimos meses y que después de esto no volverá a estar junto.
Los actores me lo podrán decir mejor sin duda, pero podría jurar que cuando salen al final todos tomados de las manos, están haciendo un recuento mental de los grandes momentos que vivieron y que han terminado. Por eso lloran, porque ha sido genial.
Me vi yo misma haciendo un recuento de mi temporada anterior, pero más recordando al elenco que tampoco volverá a estar junto de la misma forma. Y fue entonces cuando la última lágrima que tenía en mí amenazó con salir.
Tengo otras conmemorativas de otras temporadas, anteriores y nuevas.
Pero a ésa, en especial, la guardé de recuerdo y no la lloraré a menos que sea absolutamente necesario.

3 comentarios:

María Fernández-Aragón dijo...

Huh? (Lo mejor de mi comentario, y que nadie más verá, es la palabra con la que debo verificar que no soy un programa inteligentísimo pero jodón: "suedera", que suena como a suadero de perra).

Atzimba dijo...

Exacto: ¿juatt?

Cecilia Villamil dijo...

Así es la nostalgia. Siempre aparece cuando menos se la espera y ataca, provoca pensamientos y metáforas que otros consideran absurdos y concentra toda el agua del cuerpo en los ojos, sin dar descanso hasta que el agua se libera.

Y por eso está bien que no dejes salir esa lágrima. Bien dijo un sabio poeta "Tu amor lo guardo dentro de mis ojos como una lagrimita, y no los lloro para que no salgan tus besos de mi vista".

Guarda ese amor en tus ojos, sólo asegúrate de que no te impida ver los que se acumulen después.