miércoles, 24 de diciembre de 2008

La Navidad

Voy de camino a Tabasco. Mi avión sale a las 7.35, así que pedí un taxi a las 6 de la mañana. Puse mi despertador a las 5 am pero no sonó (o no lo escuché) así que me desperté con sobresalto cuando me avisaron que el coche ya estaba ahí.
Llegué perfectamente a tiempo para esperar.

Desde que soy muy niña recuerdo los viajes que hacíamos. La mayoría de las veces veníamos en coche así que el verdor del camino cuando estamos a punto de llegar lo tengo muy fresco en la mente.
Viajabamos en el wrangler blanco en el que crecí. Un par de veces nos dejó tirados a media carretera en esa época en la que no existían las autopistas, ni los teléfonos ladatel. Había que esperar a que pasara algún otro coche y diera aventón al taller más cercano o mejor, que quien viniera en ese coche fuera mecánico y se detuviera a ayudarnos.
Recuerdo a los vendedores de cañas peladas y jícamas.
Recuerdo llegar a casa de mis Abuelos ya en la noche. Nos esperaban en la puerta.
Recuerdo ver a mis tíos y primos llegar. En esa época nos quedábamos todos a dormir ahí. Éramos niños así que cada familia cabía bien en uno de los cuartos.
Recuerdo que organizábamos una obra de teatro o una canción que les presentábamos a todos.
La cena era un mero trámite. Lo que de verdad esperábamos era ir al parque a caminar después de cenar.

Todo era magia.

Ya no es igual.

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